Terapia anticoagulante continúa siendo el arma eficaz contra las embolias pulmonares

Necesario el juicio del médico de cabecera y el cuadro sintomatológico que presente un paciente con posible embolia en su sistema pulmonar.

Belinda Burgos Belinda Burgos
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Terapia anticoagulante continúa siendo el arma eficaz contra las embolias pulmonares

Un coágulo de sangre que se forma en un vaso sanguíneo en un área del cuerpo, se rompe y viaja a otra zona del cuerpo en la sangre se le denomina émbolo, que puede alojarse en un vaso sanguíneo y bloquear el suministro de sangre a un órgano en particular, como lo es el pulmón.

Precisamente este bloqueo de un vaso sanguíneo por un émbolo se denomina embolia, y constituye una de las amenazas clínicas más preocupante en medio de factores de riesgos, como estar diagnosticado con ciertas afecciones genéticas que promueven la formación de coágulos sanguíneos, historial familiar de trastorno de coagulación de la sangre, cirugías o en las piernas o cirugía ortopédica, el reposo prolongado en la cama, volar o viajar largas distancias o parálisis, edad avanzada, cáncer y ciertas terapias contra esta enfermedad, la insuficiencia cardíaca, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), hipertensión arterial, entre otras, incluyendo la obesidad., según literatura.

En entrevista con la revista Medicina y Salud Pública (MSP), el doctor Antonio Orraca Gotay, cardiólogo y miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Puertorriqueña de Cardiología, describió la condición como una de las que todo médico debe estar orientado para detectarlo a tiempo y hasta salvar la vida de este paciente, precisamente en medio del aumento de enfermedades crónicas como la obesidad, considerada una epidemia en Puerto Rico.

“Decimos embolia pulmonar cuando existe una obstrucción en una arteria del pulmón, ya sea por diversos factores: grasa, trombo o masa. Lo más común es que se presente por un coágulo que se ubica en el sistema vascular pulmonar. La embolia pulmonar se puede manifestar de muchas formas, usualmente los síntomas más comunes son: dolor de pecho, fatiga, falta de aire y tos, pero estos cuadros se pueden confundir con otras patologías, por ende, es importante hacer un historial e ir acertando con la probabilidad de un desarrollo de embolia, con base en esto nos aseguramos de hacer un diagnóstico asertivo”, explicó.

Es importante que el médico de cabecera realice un juicio clínico sobre el paciente que pudiera estar en riesgo de desarrollarla, incluyendo el historial, que pudiera brindar información genuina del tipo de cuadro clínico al que estuviera expuesto el paciente

“Usualmente, cuando vemos al paciente, en un primer momento estamos buscando otras comorbilidades de las que padece y sus síntomas que lo trajeron, y dentro del juicio del médico de atención se le realiza un estudio. Existen tres tipos de riesgo: alto, medio y bajo. Asimismo, dependiendo del cuadro que presente se va tratando”, sostiene.

Una bomba de tiempo

De otra parte, cuando se tiene una sospecha del diagnóstico de una embolia pulmonar, resulta imperativo que se tenga el tiempo en el que se demora confirmar dicho cuadro clínico, pues ese factor temporal tiende a ser uno de los más importantes en la prevención de eventos crónicos e incluso la muerte del paciente, enfatizó.

“Una vez establecemos la probabilidad que tenga de una embolia, esto nos permite realizar un laboratorio o si vamos de lleno a exámenes más específicos de la enfermedad, así pues, con base en el riesgo, uno va encaminando el tipo de examen para un diagnóstico. En cuanto a prevención, les proporcionamos de manera secundaria, para evitar una recurrencia, asimismo, las condiciones inflamatorias”, explica el médico.

“Estos pacientes cuando los vemos en sala de emergencias, la gama de síntomas puede ser bien diversa, así como el diagnóstico y uno va clasificando al paciente de acuerdo al juicio clínico del médico. Ahora, dependiendo de la clasificación, se actúa con un tratamiento empírico, que se usa para tratar al paciente cuando existen algunos retrasos en el diagnóstico, esto con el fin de evitar una reacción de cascada que puede afectar aún más al individuo”.

El corazón: ¿qué sucede con este órgano?

Cuando se desarrolla una embolia pulmonar, el órgano más afectado es el corazón, pues al no poder bombear sangre de manera correcta la presión arterial puede ser muy alta, ocasionado un número considerable de comorbilidades que incluso pueden ser mortales, en este orden de ideas, la zona más afectada es el ventrículo derecho., informó.

“El ventrículo derecho del corazón es el que más se afecta cuando existe una embolia pulmonar, porque esta zona es la que recibe la sangre del cuerpo que ya se ha utilizado el oxígeno y a su vez la lleva a las arterias del pulmón (...), al haber cierto grado de tapón, es más difícil de bombear”, sostuvo.

Tratamiento y su relación a complicación

Más allá del tratamiento empírico, el tipo de terapia va a depender del estudio y el riesgo que presente el paciente, así como las comorbilidades predominantes. No obstante, el especialista enfatizó en la importancia del uso de anticoagulantes en estos pacientes,

“La mayoría de estos pacientes se tratan con anticoagulantes y muchas veces este se estabiliza, pero cuando existe alguna inestabilidad se le da líquido y volumen para restablecer las funciones de presión, el trombolítico es cuando el paciente presenta una inestabilidad mayor, es importante que cuando se administre este último se evalúen los factores secundarios que se pueden presentar. En pacientes que tienen alto riesgo de sangrado se realizan terapias endovasculares”,  indicó.

Como explica el doctor el uso de un anticoagulante es la manera principal por la que un paciente se puede beneficiar y disminuir aquellos síntomas que lo aquejan, no obstante, es primordial que se tenga en cuenta que la administración de este fármaco depende de la recurrencia de la enfermedad y el estado que presente el paciente.

Vea la entrevista completa:



Periodista y MPH, Bachillerato en Periodismo y Prejurídico de la Universidad del Sagrado Corazón y graduada de la Maestría en Salud Pública, de la Escuela de Medicina San Juan Bautista, Jefa de Redacción con 11 años de experiencia y líder de Redacción de la Revista de Medicina y Salud Pública (MSP).

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