Los adultos mayores serían más vulnerables a padecer un ictus luego de estar expuestos al calor, según una investigación.
La Sociedad de Cardiología de Asia-Pacífico (APSC) y la Federación de Cardiología Asean (AFC) han presentado una investigación en la cual se sostiene que las visitas a urgencias por ictus son elevadas luego de una ola de calor.
En el estudio se afirma que: “El cambio climático y el calentamiento global son problemas mundiales y el ictus es una de las principales causas de muerte”.
El autor del estudio, el doctor Ryohei Fujimo, del Hospital Central de Tsuyama y del Departamento de Epidemiología de la Facultad de Medicina, Odontología y Ciencias Farmacéuticas de la Universidad de Okayama (Japón), destaca que los adultos mayores pueden ser más susceptibles de sufrir un ictus tras la exposición al calor.
Por ello, las medidas preventivas, como el aislamiento de las viviendas y el aire acondicionado, se deben considerar como una prioridad de la salud pública y así proteger a las personas de tal enfermedad que, además de debilitante, es potencialmente mortal.
La investigación examinó la asociación entre la exposición al calor y las visitas a urgencias por ictus en adultos mayores, con la participación de 3.368 residentes de Okayama, una ciudad al oeste de Japón.
La edad de los participantes era de 65 años o más y, entre 2012 y 2019, fueron trasladado a urgencias debido a la aparición de un accidente cerebrovascular durante y varios meses después de la temporada de lluvias.
Los datos que manejaron los investigadores fueron sobre la temperatura exterior, la presión barométrica, la humedad y la concentración atmosférica media de partículas de menos de 2,5 micrómetros de diámetro PM2,5) de la estación meteorológica de Okayama, gestionada por la Agencia Meteorológica de Japón y el Gobierno de la Prefectura de Okayama.
Se analizó la asociación entre la temperatura y la apoplejía durante la temporada de lluvias, un mes después, dos meses después y tres meses después.
El diseño de estudio fue cruzado estratificado en el tiempo en el que, para cada participante, los investigadores compararon la temperatura del día de la semana en que se produjo el ictus (por ejemplo, el lunes) con la temperatura del mismo día de la semana en que no se produjeron ictus (por ejemplo, todos los demás lunes) dentro del mismo mes, con el fin de evitar los posibles efectos de confusión de las características individuales, las tendencias temporales a largo plazo, la estacionalidad y el día de la semana.
Los investigadores descubrieron que la relación entre la temperatura y el ictus era más fuerte un mes después de la estación de las lluvias. Por cada aumento de 1°C en la temperatura, había un 35% más de riesgo de visitas a urgencias por ictus tras ajustar la humedad relativa, la presión barométrica y la concentración de PM2,5.
Cuando se analizó cada tipo de ictus por separado, cada aumento de 1°C en la temperatura se asoció con un 24 % de mayor probabilidad de ictus hemorrágico, un 36 % de mayor riesgo de ictus isquémico y un 56 % de mayor riesgo de ataque isquémico transitorio.
El periodo de referencia fue la temporada de lluvias. De nuevo, la relación fue más fuerte un mes después de la temporada de lluvias.
El doctor Fujimoto explicó que "los resultados del segundo análisis sugieren que las condiciones ambientales inmediatamente posteriores a la estación de las lluvias intensifican la relación entre el calor y el ictus”.
"Nuestro estudio sugiere que los adultos mayores deberían intentar mantenerse frescos durante los periodos de calor, por ejemplo, permaneciendo en el interior durante las temperaturas máximas. Los sistemas de salud pública pueden ayudar proporcionando espacios frescos para que los ciudadanos puedan escapar del calor durante los meses más calurosos del año", concluyó.
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