Perinatología que salva vidas

La derivación de flujo de la vejiga a la cavidad amniótica es un procedimiento realizado en Puerto Rico por el perinatólogo William Ramírez Cacho.

Medicina y Salud Pública

    Perinatología que salva vidas

    Entre las condiciones fetales congénitas puede existir una obstrucción originada en la vejiga del feto que, de no detectarse a tiempo, puede ser mortal para su desarrollo.

    No obstante, sepa que en Puerto Rico existe la práctica subespecializada que, a través de un dispositivo, revierte la malformación y logra desviar la orina del feto hacia el líquido amniótico, lo que será sinónimo de vida para este.

    Se trata del “fetal vesicoamniotic shunt” o derivación de flujo de la vejiga a la cavidad amniótica, se trata de la utilización de un dispositivo de tres milímetros introducido a través de una pequeña incisión de la mamá hacia la cavidad amniótica -utilizando una guía sonográfica-, llega hasta la vejiga del bebé donde se introduce un tubo (shunt) que hará la derivación de la orina hacia el líquido amniótico.

    Este procedimiento en Puerto Rico es practicado por el especialista en obstetricia y ginecología y subespecialista en medicina materno-fetal o perinatólogo, doctor William Ramírez Cacho.

    Uno de los dos protagonistas de la separación de las primeras siamesas nacidas en Puerto Rico, ha realizado sobre 20 casos y actualmente es uno de los dos subespecialistas materno-fetal en la isla en realizarlo, aunque los seis perinatólogos que ejercen práctica en Puerto Rico están entrenados para realizarlo.

    “Existen casos donde los bebés pueden desarrollar una obstrucción entre la unión de la vejiga y uretra que ocasiona que el bebé no pueda orinar, lo cual resulta en ausencia del líquido amniótico. Esto tiene otro efecto, pues al no desarrollarse el líquido amniótico lo cual es vital para el desarrollo del bebé, el bebé no puede ejercitar sus músculos”, explicó a la Revista de Medicina y Salud Pública (MSP).

    La incidencia de este tipo de malformación no está completamente definida y se cree que ronda 1 por cada 5,000 o 20,000, “pero se sabe que está subestimado porque muchos acaban con muerte fetal intrauterina o terminaciones”, según Ramírez Cacho.

    Explicó el procedimiento recobra más importancia aún porque si la condición no se detecta a tiempo, al obstruirse la vejiga de bebé, esta se expande y empieza a oprimir otros órganos internos, lo que ocasiona daño en partes del abdomen y pelvis del feto, aunque el órgano que más sufriría serían los riñones.

    “Empieza a haber un bloqueo de los uréteres y ocasiona disfunción renal y fallo renal completo en el feto al final de su desarrollo”, añadió.

    “Se detecta haciéndose la sonografía temprano y sobretodo con una evaluación sonográfica en el segundo trimestre y haciendo los referidos a los perinatólogos”, concluyó.

    Otros procedimientos que realizados por estos subespecialistas son las biopsias de placenta, amniocentesis, transfusiones fetales,

    “La parte más sensitiva es que el bebé no pueda desarrollar el tejido pulmonar entre las 16 a 22 semanas que es cuando los pulmones empiezan a crecer. Si no hay líquido amniótico, el bebé tampoco puede ejercitar los músculos de respiración y si para ese tiempo carece de eso, al nacer puede desarrollar hipoplasia pulmonar, que gran parte de las veces no es compatible con la vida”, abundó.

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