Exceso de alcohol: un problema de salud pública en Puerto Rico y América Latina

El abuso de alcohol puede inducir una amplia gama de trastornos neuropsicológicos que parecen remitir con la abstinencia.

Pedro Felipe Cuellar

    Exceso de alcohol: un problema de salud pública en Puerto Rico y América Latina

    En una nueva investigación se realizó a nivel internacional, con el fin de revisar la relación entre el abuso de alcohol y diversas alteraciones neuropsicológicas, además de los factores que expliquen la diversidad de alteraciones neuropsicológicas que presentan aquellos pacientes alcohólicos; como el patrón de bebida, los antecedentes familiares de alcoholismo, el estado psiquiátrico, el historial médico, los conceptos de síndrome alcohólico fetal y la demencia alcohólica. 

    La adicción al alcohol es una problemática cada vez más frecuente en todo el continente y en Puerto Rico, recientes estudios evidencian que uno de cada seis adultos en la isla, el 16.9 %, padece de abuso o dependencia al alcohol, sin embargo, actualmente se desarrollan investigaciones, como la de la doctora Cristina Velázquez-Marrero, que busca combatir la adicción a esta sustancia.

    Según, la OMS, “El alcohol es el principal factor de riesgo para la carga de morbilidad en los países en vías de desarrollo de las Américas, y el segundo factor de riesgo en los países en vías de desarrollo de América”. 

    Los resultados determinaron que, el consumo excesivo de alcohol genera problemas y trastornos neuropsicológicos, y a pesar de que la abstinencia puede disminuir el impacto de las consecuencias, este proceso de recuperación puede llevar varios años, especialmente en los alcohólicos mayores, quienes no siempre alcanzan niveles normales de funcionamiento cognitivo, aun con remisión y abstinencia. 

    En una investigación llevada a cabo en Puerto Rico, llamada Factores Relacionados Con El Uso Excesivo De Alcohol En Adultos Jóvenes En Puerto Rico, se determina que diversos estudios demuestran la alta prevalencia de uso excesivo de alcohol en poblaciones jóvenes en Puerto Rico. Un estudio realizado con una muestra representativa de personas entre 15 y 64 años de edad reveló que uno de cada 20 encuestados (5 %) cumplía con los criterios para la dependencia al alcohol y un 8 % cumplía con los criterios para abuso de alcohol.

    Este consumo abusivo de alcohol, es un problema de salud pública, en todo el territorio estadounidense, según el National Insititud on Alcohol Abuse and Alcoholism, “cada año en Estados Unidos, el alcohol es un factor en la muerte de miles de personas de entre 18 y 22 años. Las estadísticas más recientes del NIAAA estiman que cada año 1,519 estudiantes universitarios de entre 18 y 24 años mueren a causa de lesiones involuntarias relacionadas con el alcohol, incluidos los accidentes automovilísticos”

    Los costes sanitarios y humanos son enormes, dado que una vez establecida la dependencia, el alcoholismo se convierte en un trastorno crónico, abuso de alcohol provoca numerosos daños en diferentes sistemas del organismo, incluido el sistema nervioso central, SNC. 

    Este nuevo estudio revisó esos factores que pueden explicar la variabilidad en los déficits neuropsicológicos mostrados por alcohólicos, como: 

    • Historia de consumo de alcohol

    • Edad 

    • Sexo

    • Historia familiar de alcoholismo

    • Estatus psiquiátrico

    • Historial médico y abuso concomitante de otras drogas

    • Síndrome alcohólico fetal y demencia alcohólica. 

    El consumo crónico de alcohol produce una hipersensibilización compensatoria del receptor NMDA para el glutamato, lo que se traduce en un elevado incremento de la acción excitatoria de este en situaciones de abstinencia.

    La sobreexcitación de dichos receptores conduce a la acumulación masiva de calcio intracelular y eventualmente a la muerte de la célula. Por otra parte, el papel que juega el acetaldehído en el SNC, tanto a nivel psicofarmacológico como neurotóxico, sigue siendo controvertido. 

    Este metabolito del etanol, es altamente reactivo y varias veces más tóxico que este, se cree que puede mediar algunos de los efectos neurotóxicos del etanol, posiblemente por metabolización de alcohol en el cerebro vía catalasa, ya que este sistema es el de mayor actividad en el SNC y dado que el acetaldehído fruto del metabolismo periférico del etanol atraviesa con dificultad la barrera hematoencefálica. 

    En los últimos años, el acetaldehído se ha relacionado con el síndrome alcohólico fetal. 

    El compromiso cerebral asociado al alcoholismo, es especialmente marcado en córtex cerebral frontal, hipotálamo y cerebelo, dichas áreas se relacionan funcionalmente con procesos cognitivos, emocionales, de memoria y movimiento

    La memoria es uno de los procesos alterados de manera más habitual en alcohólicos, en especial la memoria a corto plazo. 

    La amnesia transitoria suele ligarse al consumo de alcohol en forma de blackout, o laguna alcohólica, que constituye un episodio de amnesia anterógrada cuya existencia es uno de los aspectos explorados en la clínica cuando se realiza el diagnóstico de dependencia o abuso de alcohol, sin embargo, los blackouts no son síntomas patognomónicos de la dependencia al alcohol. 

    Asimismo se encuentra que los alcohólicos crónicos presentan dificultades y bajo rendimiento en tests neuropsicológicos que exploran la memoria y la capacidad de aprendizaje, los alcohólicos también muestran disfunciones atencionales, con elevadas dificultades para focalizar la atención y fácil distractibilidad, lo que electrofisiológicamente puede relacionarse con alteraciones de la P300, entre otros.

    También se hallan comprometidas las funciones visuoespaciales y perceptivomotoras, en especial cuando se trata de tareas complejas. 

    La coordinación visomotriz se halla deteriorada en diversos niveles, así como la capacidad de manejar figuras en el espacio, del mismo modo que, como comentaremos a continuación, las alteraciones en funciones ejecutivas y las alteraciones conductuales ligadas al alcoholismo crónico sugieren una afectación frontal.

    En apoyo a esta hipótesis se han hallado en alcohólicos déficit en el manejo y comprensión de aspectos paralingüísticos del lenguaje, tales como la valoración de la prosodia o cadencia afectiva del habla, en los que el hemisferio dominante es el derecho, y para el que se proponen perfiles de afectación del córtex derecho y/o cuerpo calloso.

    Quizá una de las hipótesis que más atención ha recibido en los últimos años se refiere a la afectación frontal en los alcohólicos crónicos. 

    Gran parte de estudios encuentran de manera consistente que los alcohólicos muestran déficit en una gran variedad de funciones relacionadas clásicamente con el lóbulo frontal. Además de destacar cierta deficiencia a la hora de formar e identificar conceptos abstractos, tanto verbales como no verbales, los alcohólicos crónicos suelen presentar un pensamiento rígido y poco flexible y deficiencias en la solución de problemas y la generación de planes y alternativas de conducta. 

    La disminución de la fluidez verbal y la distractibilidad atencional que puede encontrarse en alcohólicos, anteriormente mencionada, es también característica de pacientes afectados de lesiones frontales.

    Todos estos datos han llevado a algunos autores a enfatizar la existencia de alteraciones frontales en el alcoholismo de larga evolución y sus implicaciones en su evolución. Dicha afectación frontal puede también relacionarse con otros aspectos relacionados con el alcoholismo, como la agresividad y la pérdida de control conductual, en los que las funciones ejecutivas y la inhibición cortical frontal tienen un papel especialmente significativo. 

    Algunos resultados apuntan a que esta alteración de funciones frontales (o síndrome disejecutivo) aparece incluso en ausencia de alteraciones relevantes de memoria. 

    Estos resultados son relacionables funcionalmente con los hallazgos sobre hipoperfusión e hipometabolismo, y estructuralmente con la atrofia frontal observada mediante TAC o RM. En el estudio de Kril et, se confirmó asimismo la existencia de pérdida neuronal en la corteza frontal de asociación.

    Sin embargo, todavía queda por delimitar claramente cuál es la relación que se establece entre la afectación de diversas áreas cerebrales y las alteraciones neuropsicológicas que pueden asociarse con estas. 

    Es muy posible que, aun cuando existan zonas más vulnerables al efecto neurotóxico del alcohol, el daño en abusadores crónicos sea generalizado, de ahí la hipótesis del «daño cerebral difuso» defendida por Parsons11. Dado que el cerebro no está compuesto de compartimentos estancos y existe un elevado grado de conectividad entre diversas estructuras, se trata de un área sumamente compleja de investigación.

    Según, La Comisión para la Seguridad en el Tránsito, de Puerto Rico, y el Plan Estratégico de Seguridad Vial, el 42 % de los conductores de automóviles y el 49 % de los motociclistas que murieron en choques de tránsito conducían bajo la influencia del alcohol, así mismo para lo que llevamos del año, 142 muertes de tránsito de las cuales 1 de cada 3 son generadas por conductores en estado de embriaguez. 

    Así que el impacto del alcohol, va más allá de una salud individualizada, o resultados en la salud de pacientes, afecta también a nivel social y lo peligroso que puede ser el exceso para la salud de otros puertorriqueños.

    Fuente consultada aquí.

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