Dr. Norman Maldonado: el legado de un hombre dedicado al servicio y a la investigación médica

El doctor Norman Maldonado ejerció la medicina, investigó y difundió sus conocimientos en prestigiosas revistas con el fin de ayudar a otros.

Isbelia Farías

    Dr. Norman Maldonado: el legado de un hombre dedicado al servicio y a la investigación médica

    El doctor Norman Maldonado Simón, internista y hematólogo, ex-rector del RCM, expresidente de la UPR, es natural de Adjuntas, sus estudios los cursó en las escuelas públicas de Puerto Rico y en 1959 se graduó de la escuela de medicina tropical, ubicada en San Juan; sus prácticas de tercero y cuarto año fueron en el Hospital de San Juan.

    En aquel entonces, recuerda el doctor Maldonado, no era fácil, pues los pacientes muchas veces llegaban tarde a ser tratados.

    De la escuela de medicina tropical rememora que se inició un programa de cirugía cardiovascular, con el doctor Frank Fucci, y fue muy exitoso. El doctor Ortiz era el jefe de pediatría, una unidad a la que llegaban muchos niños con deshidratación, enfermedades tropicales o parásitos. También había un departamento de medicina. Obstetricia y ginecología era otra área importante, en donde el doctor Maldonado tuvo la oportunidad, junto a otros compañeros, no solo de atender partos, sino de instruir a otros estudiantes provenientes de República Dominicana y de España, quienes venían a la Isla con muy poco conocimiento y experiencia práctica.

    Como estudiantes, tuvieron algunos beneficios especiales. En medicina interna, el doctor Maldonado cursó un semestre en Nueva York. La madre del doctor Maldonado era de Rumanía, pero se crio en Estados Unidos, así que el inglés para él era sencillo. Él ayudaba a que los demás estudiantes entendieran lo que los pacientes de habla hispana les querían decir.

    Regresó a Puerto Rico para graduarse de una clase con 52 estudiantes. Decidió hacer su internado en los Estados Unidos. Allí comenzó en cirugía y pasó a pediatría, en donde se enfermó de paperas, luego de tener contacto con un niño enfermo con esta condición. Estuvo dos semanas en cama, pero luego regresó a Estados Unidos a terminar sus exámenes.

    En una sala de emergencia conoció a una joven llamada Mirian, con quien se casó. Ella sabía un poco de español, pero en Puerto Rico terminó de aprender.

    El doctor Maldonado fue parte del primer grupo que trabajó en el hospital universitario, allí comenzó su residencia, un lugar en donde aprendió mucho, atendió pacientes con fallo respiratorio, parálisis y había una máquina especial que respiraba por los pacientes, eso fue novedoso para él y sus compañeros.

    Una noticia inesperada en un telegrama

    Se comenzó a construir el centro médico de Puerto Rico, había pacientes con diarrea y anemia severa, una enfermedad tropical. Estos pacientes mejoraban con ácido fólico, pero no se sabía la causa de la enfermedad. Un 31 de diciembre llegó a su casa a celebrar el Año Nuevo, en Adjuntas, y al entrar su esposa le mostró un telegrama enviado por el servicio selectivo para que él recibiera entrenamiento en Texas, algo que él no había planificado, pues jamás pensó ser un médico militar.

    Entró al ejército de Estados Unidos y entrenó durante seis semanas. Fue a servir a Alemania, país al que llegó en barco desde los Estados Unidos. Luego tomó un tren para llegar al batallón artillería en donde fue asignado.

    Hubo un momento en el que el presidente Kennedy estuvo a punto de declarar la guerra. Afortunadamente, no pasó nada y pudo cumplir sus dos años de servicio. Le ofrecieron quedarse por más tiempo, pero el doctor Maldonado no quiso. Su esposa ya tenía dos hijos y había regresado a Virginia. El doctor Maldonado llegó a Nueva York y se separó del ejército.

    En el tercer y último año de estudios, el jefe de hematología lo envió a tomar una pasantía en esta área. Para ese momento tenía 3 niños. Todos los días recibía enseñanzas extraordinarias. También tuvo oportunidad de hacer experimentos y estudios que le permitieron aprender mucho.

    El Dr. Maldonado muestra con orgullo siempre sus alcances, porque sabe que con ellos logró dar un paso más en beneficio de la ciencia. Foto: Revista de Medicina y Salud Pública. Fabiola Plaza.
    El Dr. Norman Maldonado no solo fue un convencido de su práctica, sino que también dejó textos que marcan a presentes y futuras generaciones. Foto: Revista de Medicina y Salud Pública. Fabiola Plaza.
    Vislumbra un futuro prometedor para la ciencia, pero aconseja a los nuevos y próximos médicos centrarse más en la esencia de la medicina. Foto: Revista de Medicina y Salud Pública. Fabiola Plaza.

    Regreso a Puerto Rico y preparación en hematología

    De Estados Unidos regresó a Puerto Rico, allí se comenzó a preparar para el campo de hematología. Le indicaron que sería jefe y él se sorprendió porque no lo esperaba. Esto le hizo sentir ansiedad por unos dos meses, pero continuó haciendo investigación en el hospital universitario y en el centro pediátrico.

    A los primeros pacientes no se les administraba B12 ni ácido fólico, que eran deficiencias que tenían, sino antibióticos. Él y sus compañeros recibieron fondos y decidieron mejorar su área de trabajo. Esto le permitió hacer más estudios y descubrir más aspectos sobre enfermedades tropicales que hasta entonces eran desconocidas, así como difundir tan valiosa información en las mejores revistas médicas de Estados Unidos y de otros lugares.

    El doctor Maldonado y sus colegas inspiraron a otros jóvenes quienes desearon estudiar hematología. Esto hizo que las enfermedades tropicales disminuyeran y que las muertes también fuesen menos. De igual modo, él y sus compañeros fueron los primeros en tratar a los pacientes con la medicina rusa Alkeran, la cual hizo que los afectados experimentaran mejorías increíbles. Los pacientes se aglomeraban y llegaban hasta 120 personas hasta ellos.

    Conocieron un tratamiento nuevo para tratar el linfoma, se trataba de un anticuerpo que destruye las células malignas. Este fue uno de los descubrimientos más importantes y el doctor Grillo fue partícipe, ganando pacientes en Estados Unidos y Europa. El doctor Grillo recibió un premio por ese descubrimiento y el doctor Maldonado fue uno de los loables invitados. Grillo fue uno de sus estudiantes y luego fue un gran amigo.

    El doctor Maldonado regresa a su práctica y luego se jubila. Al día de hoy, califica su trabajo como maravilloso. Entre tantas facetas en las que se destacó, resaltan dos libros en los que escribió, titulados: “On health in Puerto Rico”, una historia sobre unos 800 médicos que han tenido una labor destacable en el manejo del cáncer a lo largo de la historia puertorriqueña.

    Asimismo, dirigió el hospital municipal de San Juan, en donde había capacidad para atender casi mil pacientes, entre adultos y niños. Ideó enviar a los pacientes directamente al hospital, sin pasar por la sala de emergencias para evitar la congestión. Esta medida permitió que los pacientes fueran atendidos con más rapidez.

    Luego de culminar el internado o residencia, los médicos y enfermeras debían cumplir con dos años de servicio público, esto se hizo realidad gracias a una ley impulsada por el doctor Maldonado y otros compañeros, pues necesitaban descongestionar las áreas médicas y cubrir las necesidades de los pacientes.

    Se desempeñó como director del recinto de ciencias médicas y también fue rector de la Universidad de Puerto Rico, en donde luego de su llegada la matrícula de estudiantes aumentó.

    Siempre fue solicitado para estos cargos por otros profesionales que veían en él las cualidades necesarias para ejecutar las tareas con éxito. Efectivamente, su paso por diferentes instituciones fue notorio, ya que dejó las mejores e imborrables huellas.

    Siempre ha salido airoso de todos los retos que ha tenido, mejoró todas las áreas en donde asumió responsabilidades y al día de hoy considera que no enseña, sino que más bien aprende de las nuevas generaciones.

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