Impacto ambiental de las luces navideñas

La contaminación lumínica desencadena una serie de impactos, atrayendo insectos y perturbando la vida nocturna de diversas especies.

Jhoser Bermúdez Guerrero

    Impacto ambiental de las luces navideñas

    Las luces navideñas brillan, decoran y anuncian la temporada decembrina, desde su origen en las antiguas antorchas romanas hasta las modernas luces LED, estos destellos luminosos han evolucionado, pero la real pregunta es ¿a qué costo?, es allí cuando se plantea la preocupación sobre su impacto ambiental, su relación con la contaminación y el dilema entre eficiencia energética y sostenibilidad.

    Menor consumo energético

    El astrofísico Alejandro Sánchez de Miguel destaca el propósito principal de estas luces: "Estimular la segregación de hormonas de la felicidad para favorecer las compras navideñas", siendo un objetivo netamente de marketing. Sin embargo, su uso plantea múltiples interrogantes ambientales.

    A pesar de su menor consumo energético, las luces LED enfrentan críticas por su proceso de fabricación y su impacto ecológico, por lo que señala que: "En su fabricación se emiten muchas toneladas de CO2, se extraen tierras raras que son muy contaminantes y su minería es uno de los fenómenos más destructivos del planeta".

    Contaminación lumínica efectos y consecuencias

    La contaminación lumínica desencadena una serie de impactos, atrayendo insectos y perturbando la vida nocturna de diversas especies, por lo que se destaca la falta de regulación y control, con efectos visibles en la calidad del descanso.

    "Pueden atraer algunos animales a la ciudad como murciélagos o incluso plagas vegetales, adicionalmente puede si se dejan encendidas hasta tarde pueden afectar en el sueño de las personas", suscribió.

    "En el mundo, apenas se realizan medidas para el control real de la contaminación lumínica o de las emisiones de CO2 reales. Como mucho, se ve cuál es el gasto energético en el mejor de los casos, cuando en una gran parte de los casos, la mayor cantidad de emisiones se realiza en el transporte o en la fabricación", agrega.

    Efecto rebote: eficiencia y consumo

    Un estudio en la revista "Ciencias de la Energía y el Medio Ambiente" cuestiona la eficiencia de las luces LED, al plantear que, al abaratarse la luz, la tendencia es aumentar su uso, generando una iluminación adicional en zonas previamente sin luz, contrarrestando los ahorros energéticos y reducciones de emisiones.

    Según estudio de Science Advance, la contaminación lumínica aumenta anualmente un 2.2%, respaldando el concepto del efecto rebote. La supuesta meta de reducir el consumo de energía mediante la "revolución de la iluminación" puede verse contrarrestada por un mayor uso debido a la reducción en el costo de la luz.

    Además, la extensión de las festividades navideñas enciende las luces durante aproximadamente 200 horas a lo largo de 35 días, aunque en muchas ciudades, como Madrid en 2022, el encendido oficial se adelanta al 24 de noviembre.

    Variabilidad energética

    La electricidad, a menudo derivada de combustibles fósiles, desvirtúa su carácter limpio dependiendo del momento. Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (Idae), las luces LED producen 340 gramos de CO2 por kilovatio/hora.

    Sin embargo, calcular la contaminación resulta complejo. Aunque en 2022, muchas ciudades afirmaron que las luces navideñas LED apenas representan un gasto mínimo en comparación con la iluminación pública, las mediciones precisas del impacto ambiental y el consumo eléctrico son difíciles, ya que la producción de energía varía ampliamente y la contaminación lumínica afecta áreas protegidas en un radio de hasta 400 kilómetros.

    Tipos de luz: cálidas y frías

    Las luces blancas LED, predominantes en muchas ciudades, plantean desafíos debido a su dispersión y mayor afectación a las especies.

    "La luz blanca está compuesta de todos los colores del arco iris. Si nos centramos por ejemplo en la luz azul, la verde y la roja, donde el ser humano tiene una máxima sensibilidad, la luz azul es la que más se dispersa en la atmósfera y en nuestro ojo", explica el astrofísico.

    La luz fría, por su rapidez y corta longitud de onda, genera mayor contaminación y deslumbramiento, impactando la regulación hormonal y la visión en diversas especies, incluyendo a los humanos.

    En contraste, la luz roja apenas afecta y la anaranjada históricamente ha equilibrado confort visual y eficiencia, siendo preferida en diseños luminosos amigables. Este contraste de tonos incide en la alta contaminación lumínica en entornos urbanos, siendo la preferencia por tonos cálidos una elección que remonta a nuestro origen histórico con la iluminación a través del fuego.

    Alternativas en ciudades del mundo

    En sitios como el centro de Londres, se prefieren decoraciones físicas en lugar de una iluminación masiva, reduciendo la contaminación lumínica y ofreciendo beneficios tanto ambientales como de marketing.

    "El secreto de contaminar menos es, simplemente controlar lo que haces y medirlo. Por desgracia, la contaminación lumínica es un área muy interdisciplinar y nueva, lo que hace muy difícil conseguir fondos para generar las herramientas para que pueda ser controlada de manera eficaz", explica poniendo de ejemplo a la ciudad de Manchester la cual ha diseñado una decoración navideña biodegradable.

    Es por ello que, reconocer su impacto ambiental es esencial, aunque todavía se enfrenta a resistencias el control y la conciencia son claves para una festividad más amigable con el planeta.



    Fuente consultada: aquí.

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