Infectólogo Miguel Colón “no haría otra cosa que ser no fuera ser médico”

Las raíces familiares del respetado infectólogo Miguel Colón Pérez están ligadas a la Medicina desde los tiempos de su abuelo quien fue uno de los primeros puertorriqueños en prepararse académicamente para ejercer la honrosa profesión y el cual laboró en Mayagüez durante muchos años.

Sandra Torres Guzmán

    Infectólogo Miguel Colón “no haría otra cosa que ser no fuera ser médico”

    Así que quizás no era difícil imaginar que el ahora especialista enfermedades infecciosas seguiría el camino de sus seres queridos, incluyendo a su padre, Miguel Colón Morales, quien fue un reconocido anestesiólogo que moldeó a su primogénito para que emulara sus pasos.



    No obstante, a Colón Pérez le deslumbraban las relaciones internacionales y hasta coqueteó con la idea de estudiar Derecho pues era lo que le llamaba su atención, hasta que miró de frente una realidad de la que no pudo escapar.



    En entrevista con MSP, este infectólogo del Hospital Auxilio Mutuo abrió su vida para contar los orígenes de su mayor pasión, además de sus años de juventud cuando practicó varios deportes, entre estos, voleibol, baloncesto y tenis.



    “Tuve una juventud excelente, no me puedo quejar. Nuestros padres nos dieron de todo, pero no nos lo dieron ‘de gratis’, teníamos que ganarnos lo que nos querían dar. Eso para mí es el modo de crianza, no es que nos den todo, es que uno tiene que ganarse las cosas y yo fui criado así”, recordó el hijo de Miguel y Laura.



    “Me acuerdo de niño, la primera vez que fuimos a la ciudad de Nueva York y me antojé de este juguete en Macy’s y habíamos ido a las Naciones Unidas, y mi papá ‘si tú te aprendes el nombre de 50 de esas banderas y de qué países son, yo voy y te compro el juguete’. Y efectivamente, en 24 horas lo aprendí y me compraron el juguete”, contó el galeno nacido en San Juan.



    Mencionó que estudió Medicina por casualidad, pues le atraía la abogacía. 



    “Estudié Medicina por casualidad, no hay duda de que mi padre quería yo estudiara Medicina porque era el mayor y tenía su mismo nombre. Pero yo me inclinaba más para las relaciones internacionales, ser abogado y dedicarme a eso. Pero toda mi vida fue dirigida hacia Medicina, estudié un bachillerato en Biología, salí muy bien, cogí el MCAT (Medical College Admission Test) salí muy bien, solicité a la Escuela de Medicina y entré”, reveló al señalar que tres de sus hermanos, incluyéndolo a él, “somos médicos o estamos relacionados a la Medicina porque mi hermano que no es médico es administrador de hospitales”.



    “Así que todo se alineaba para que yo estudiara Medicina y ahora mismo, verdaderamente fui dirigido por Dios para hacer esto y me encanta lo que hago y no haría otra cosa que no fuera ser médico”, confesó el egresado del Colegio del Pilar, Tulane University en Nueva Orleans y la Escuela de Medicina de Ponce.



    Pero ¿qué lo motivó a estudiar enfermedades infecciosas?



    “Eso es otra historia bien graciosa. Cuando yo estudié Medicina, como yo tenía otro hermano estudiando Medicina y como sabemos, las escuelas de Medicina son muy caras, yo decidí ayudar a mi padre y tomé una beca del Gobierno Federal que por cada año que ellos me pagaban a mí, pues yo tenía que servir un año de servicio público donde ellos me mandaran y me enviaron a una clínica de inmigrantes en Florida”, resaltó sobre el lugar a donde trabajó por tres años.



    “Allí veíamos a todos los indigentes de todo el ‘county’, así que teníamos una cantidad de trabajo violenta y una noche, a las 3:00 de la mañana estando en sala de emergencias, después de varios pacientes, yo (estaba) exhausto y dije ¿a quién yo nunca llamo a esta hora de la noche? A esta hora de la noche yo no llamo ni a los reumatólogos ni a los infectólogos”, agregó mientras dijo que completó su residencia en Medicina Interna en Saint Joseph Hospital de Colorado.



    Fue entonces que se decidió por la profesión en la cual lleva 30 años de su vida.



    “Reumatología es preciosa, pero por desgracia es una especialidad de gente que se queja mucho de dolor y que tenemos muy poco que ayudarlos. En aquel tiempo no teníamos nada, ahora no, las drogas inmunológicas son buenísimas, pero en la década del 80 no teníamos nada para esos pacientes y era bien frustrante. Así que decidí irme por enfermedades infecciosas que me gustaba muchísimo. Así fue que decidí ser infectólogo”, sostuvo.



    “A mí me encanta lo que yo hago porque no hay ningún día que no sea un reto. Es como le digo a los pacientes… enfermedades infecciosas es una especialidad de complicaciones, cuando el paciente se complica, usualmente por un proceso infeccioso severo, nosotros somos los que venimos a responder y tratar de resolverle el problema al paciente. Así que yo no tengo un día aburrido en mi vida, así que por eso es una especialidad muy importante”, detalló Colón quien hizo la subespecialidad en el Hospital de Veteranos de San Juan.



    Resaltó los retos que ha tenido en su trabajo de tres décadas, pues cuando empezó a laborar en el 1991 le tocó combatir el VIH que, en ese momento tenía una mortalidad muy alta.



    “Teníamos el VIH que era un reto increíble y lo hemos logrado superar. Los pacientes están super estables, después hemos tenido brotes de dengue, influenza, zika, chikungunya y ahora pues tenemos COVID. En 30 años verdaderamente no hemos tenido un año sin un tipo de epidemia o pandemia que ha sido mi vida sumamente emocionante, pero más letal fue el VIH que todo el mundo se moría hasta los últimos 10 años que todo el mundo está mejor con todas estas nuevas terapias que tenemos para VIH”, explicó.



    “Con el COVID, por primera vez tuve miedo cuando el paciente me estornudó en la cara en intensivo. No sabíamos mucho del virus, cómo se transmitía y cuánto era la mortalidad. Pensábamos que la mortalidad era sumamente alta. Ese día tuve miedo, no puedo decir que ahora mismo no tengo miedo, aunque estoy vacunado, pero no hay duda que ahora hay un grado más de sensación de que estamos al final del túnel y que ya verdaderamente no debemos tener muchos problemas si nosotros seguimos cuidándonos”, argumentó.



    Relató cómo es un día en su apasionante trabajo desde que se despierta a las 5:50 de la mañana hasta culminar el día de labores, que en muchas ocasiones cae la noche y aún está atendiendo a sus pacientes.



    “Primero voy al Hospital Municipal de San Juan a estar con los residentes de medicina interna, a enseñarles medicina interna y supervisarlos, enseñarlos cómo manejar los pacientes, qué estudios hay que hacerles y verdaderamente, darles la discusión de diagnóstico diferencial y manejo y cuando termino en el Hospital Municipal después de 11:00 a 12:00 del mediodía, vengo al Auxilio Mutuo a dar consultas hasta que termine por la tarde o noche. Eso es un día normal para mí”, describió.



    Reiteró que, aunque ama lo que hace, el mayor reto que ha enfrentado es el COVID y el desconocimiento que impera sobre la peligrosidad del virus.



    Esto les hace más vulnerables, sobre todo, a quienes están todo el tiempo en la línea de fuego arriesgando su vida para salvar a los enfermos.



    “No hay duda de que ahora esto del COVID ha sido la experiencia más drenante que yo he tenido en mi vida. No sé si es porque ya tengo 64 años; no tengo la misma energía que cuando bregaba con VIH y tenía 25 o 30 años. Es más difícil y ya uno tiende a ser más cuidadoso con uno mismo, no tiene la misma energía. Pero esto ha sido drenante, física y sicológicamente y más sicológicamente que física. Porque esto es un virus totalmente respiratorio que es por aerosol, tú no sabes dónde te puedes infectar”, expuso.



    “Afuera, la gente no ve cómo sufren los pacientes de COVID con la falta de aire que no se pueden ni mover por la falta de aire que tienen, la tos severa que tienen estos pacientes y esos son los que están estables porque los que están moribundos o severamente enfermos, que están intubados… ellos no sienten mucho pero no es una sensación fácil para ellos ni para nosotros verlos, ni para las familias porque cuando mueren, mueren solos. Cuando están aquí en el hospital mueren solos”, lamentó.



    Asimismo, confesó las dificultades que enfrentan los profesionales de la salud para quienes pidió empatía en medio de la emergencia de la pandemia, pues en su caso ha visto sobre mil pacientes con el mortal virus.

    “Yo lo que pido a la población es empatía, que sepan que nosotros lo hacemos con mucho gusto. Es bien importante que la gente sepa que para los profesionales de la salud que hemos estado expuestos directamente en el manejo de los pacientes de COVID que esto ha sido un año extremadamente difícil. El nosotros estar aquí envueltos con estos pacientes, lo cual es nuestro deber y lo hacemos con mucho gusto y con mucho placer, y aunque lo hacemos porque es nuestro trabajo, el público tiene que entender de que nosotros también estamos expuestos y que estamos en un riesgo altísimo de infección”, advirtió.



    “¿Cuántos médicos y enfermeras han muerto de COVID en Puerto Rico este año? Es un número significativo, mucho más que policías, bomberos, trabajadores en restaurantes, de la población joven que ha muerto, la gran mayoría son médicos y enfermeras. Así que nos hemos expuesto, hemos sufrido y nuestro mayor temor ha sido llevarlo a la casa, a nuestros seres queridos. A veces he tenido la sensación de entrar algún lugar con mi camisa del hospital que dice ‘Infection Disease’ y yo veo como la gente se me separa y eso es de las peores sensaciones del mundo, que le cojan a uno asco cuando uno está aquí para ayudar a todos y a todas”, declaró.



    Sin embargo, Colón no piensa retirarse hasta que alcance sus 72 primaveras, pero no para quedarse en su casa, sino para dedicarse a transmitir sus conocimientos a los nuevos médicos.



    “Me queda trabajar hasta posiblemente los 72 años trabajando a tiempo completo como infectólogo en el Hospital Auxilio Mutuo. Me voy a dedicar estrictamente a la academia médica, me quedaré en el Hospital Municipal de San Juan enseñándole a los residentes la mejor medicina interna posible”, concluyó el padre de unos gemelos de 25 años, cuya hija estudia siquiatría.



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