Primer caso registrado en la literatura de Tuberculosis diseminada en injerto óseo

Un injerto óseo es una cirugía para colocar hueso nuevo.

Belinda Burgos Belinda Burgos
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Primer caso registrado en la literatura de Tuberculosis diseminada en injerto óseo

Las bacterias de la tuberculosis se liberan al aire cuando una persona con enfermedad de tuberculosis de los pulmones o de la garganta tose, estornuda, habla o canta. 

Las personas que se encuentren cerca pueden inhalar estas bacterias e infectarse y estas pueden alojarse en los pulmones, comenzar a multiplicarse y desplazarse por la sangre a otras partes del cuerpo, como riñones, columna vertebral y cerebro.

Precisamente esta diseminación se reportó por primera vez en Estados Unidos, en un injerto óseo que se contaminó.

Según médicos del Departamento de Medicina Interna, Hospital Javon Bea, de Rockford, este primer caso registrado de Tuberculosis diseminada por infección por un injerto óseo contaminado, cirugía para colocar hueso nuevo o sustitutos óseos, se registró en un paciente de 66 años con antecedentes médicos de enfermedad arterial periférica, que después de un diagnóstico de estenosis espinal, acudió al hospital por enfermedad generalizada, debilidad, fatiga y dolor de cabeza durante 3 semanas. 

Los especialistas indican que a pesar de la incidencia de tuberculosis por injerto óseo es baja, sin embargo, la alta morbilidad y la mortalidad asociada con esta enfermedad, el costo del tratamiento y el alto riesgo de contagio en caso de una posible de esta infección hace que la estandarización de la detección de la misma de aloinjertos sea una idea que necesita más investigación y discusión.

“Ella también se quejaba de dolor de espalda intermitente, fiebre, escalofríos y sudor. Al final, relató la migraña de inicio reciente como dolor de cabeza, con fotofobia en el último mes. Negó haber tosido, dificultad para respirar”, indica el estudio. 

Los especialistas precisaron que la tuberculosis, aunque rara, es una enfermedad que puede tener varias manifestaciones extrapulmonares, conocidos como la osteomielitis vertebral, a menudo denominada “enfermedad de Pott”, y en este caso la paciente tuvo una cirugía no invasiva de fusión lumbar con colocación de injerto óseo de aloinjerto, cuatro meses antes de los síntomas. 

“Debido a la falta de compresión del cordón, síntomas y sin evidencia de compresión del saco tecal de la cisterna lumbar, lo que lleva a una estenosis severa, el riesgo de la recuperación se consideró superior a cualquier beneficio”. 

Los médicos tratantes tomaron la decisión entre el equipo de enfermedades infecciosas y equipo de neurocirugía para tratar al paciente médicamente y no someterse a ninguna otra intervención neuroquirúrgica.

“El paciente fue tratado por Tuberculosis diseminada por la infección del injerto con rifampicina, isoniazida, pirazinamida y etambutol. Se cambió etambutol por levofloxacino. Mención del paciente y el dolor de cabeza mejoró gradualmente. El paciente fue dado de alta con plan de 12 semanas de terapia antituberculosa total tuberculosis”, destacaron. 

Finalmente, a los 3 meses de seguimiento, se observó que el paciente estaba bien, y sus síntomas habían desaparecido por completo. 

El equipo de tratamiento y el neurocirujano que realizaron la cirugía lumbar fueron informados por el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) sobre el caso. 

Fuente consultada aquí


Periodista y MPH, Bachillerato en Periodismo y Prejurídico de la Universidad del Sagrado Corazón y graduada de la Maestría en Salud Pública, de la Escuela de Medicina San Juan Bautista, Jefa de Redacción con 11 años de experiencia y líder de Redacción de la Revista de Medicina y Salud Pública (MSP).

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