Yolanda Rodríguez, su hija y su madre luchando contra el cáncer: "Éramos tres, las tres chifladas"

Ser un ejemplo de superación, resiliencia y valor frente a la muerte, la vida y el cáncer de seno hacen de este testimonio, uno tan entrañable como inolvidable.

Carolina González Quiceno, Alexander Triana Yanquén

    Yolanda Rodríguez, su hija y su madre luchando contra el cáncer: Éramos tres, las tres chifladas"

    El cáncer de seno es el segundo más diagnosticado en la población femenina boricua, según la Sociedad Americana de Cáncer de Puerto Rico con un 30,2 % de prevalencia y es la primera causa de muerte en las mujeres puertorriqueñas. La data además, revela que cada año, se diagnostican más de 2.000 casos de cáncer de seno, de los cuales, más de 400 fallecen.

    De hecho Puerto Rico no es un caso aislado ya que la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que al año, más de 2,3 millones de personas enferman con este tipo de cáncer, entre mujeres y hombres.

    En esta ocasión conversamos con Yolanda Rodríguez, quien fue madrina del ´Encendido Rosa´, del Hospital Auxilio Mutuo y además sobrevivió al cáncer de seno. Una talentosa profesional que estudió Trabajo Social, Psicología y Consejería Profesional, con un sinnúmero de experiencias laborales que la acompañan, pero que con su solo testimonio de vida, ubica y humaniza las historias de todas esas personas que se esconden detrás de las cifras oficiales sobre cáncer y que sin duda, valen la pena conocer: "Puede ocurrir en cualquier momento. Yo me realizaba mi autoexamen todos los años, y surgió de momento. Es bien importante la prevención del cáncer con el autoexamen". 

    "Señor, si te las vas a llevar a ellas, a mí también´"

    El caso de Yolanda, su madre y su hija Betsaida o como ella refiere "las tres chifladas", es un ejemplo claro de la estrecha relación entre genética y cáncer: "Mi mami era bien cristiana, pero ella también era sabrosita y le gustaba la bromita... Cuando a mami le pasó eso y a Betsy también la diagnosticaron... el mundo se me cayó. Entonces yo le dije a Dios, ´señor, si te las vas a llevar a ellas, a mí también´".

    La historia de Rodríguez con el cáncer comienza en junio de 2009, cuando su madre estaba radicada en EE.UU., y fue diagnosticada con cáncer de ovario a sus 70 años: "Fue muy difícil para mí traducirle a ella lo que el médico le estaba diciendo, y allí inició un proceso completamente diferente en mi vida".

    Las tres generaciones o "las tres chifladas" luchando contra el cáncer

    Para sorpresa suya, su hija "Betsy" como la llama con cariño, también fue diagnosticada con cáncer en noviembre de ese mismo año. Una mujer joven que apenas a los 32 años, recibió la noticia por parte del especialista y como resultado luego de un autoexamen: "Mi nena se hizo un autoexamen, y es bien importante el autoexamen, ya que los planes médicos no cubren sino desde los 40 años", explica Rodríguez.

    ´Mami´ y el cáncer 

    Para 2010, en enero y en víspera al Día de Reyes, una fecha que solía disfrutar la madre de Yolanda, todo dio un giro inesperado: "Lamentablemente mi mamá falleció. Mi madre era tan espiritual y tan cristiana que ella me decía: ´Yo estoy loca por ir a las Fiestas del Cordero´, y la actitud de ella era tan bonita que inclusive pidió que hicieran una corona porque ella iba a las Bodas del Cordero y ella iba a encontrarse con su señor, con el padre celestial".

    No es un secreto que cuando un familiar cercano padece cáncer, todos en el hogar se ven afectados. Yolanda viajaba constantemente para poder visitar a su madre pero relata que el día que falleció, era su hermano el que estaba con ella: "Cuando mi hermano me llama, que yo estaba haciendo la maleta para irme, esa noche me dice: ´Mami se nos fue´. Sentí una calma y alegría, es extraño (...) pero sabía que iba a encontrarse con lo que más quería, con el padre celestial".

    ´Nena´ y el cáncer de seno

    "Ella comía y vomitaba, se le corrió a los huesos... Había momentos en que le daba tanto frío que yo le metía sábanas, colchas. Las calentaba en la secadora, se las colocaba y la envolvía pero ella sentía más frío. Entonces yo me pegaba a ella, y aunque yo estaba sudando, la apretaba fuertemente para que sintiera también mi calor", relata Rodríguez sobre su "nena" y la dura batalla que dio contra el cáncer de seno.

    Betsaida, la hija de Yolanda fue sobreviviente por diez años de lo que según especialistas que la trataron, era un cáncer de seno con diagnóstico genético agresivo: "Lamentablemente ella estaba tomando las pastillas de prevención, pero en esa época era por seis años y al dejarlas (...) en algún momento regresó", relata Rodríguez.

    Hace cinco años, el cáncer empezó a actuar de nuevo y "ella empezó a sentir unos síntomas, y por ahí se fue deteriorando. Entró a un programa experimental y lamentablemente el tratamiento fue demasiado fuerte, y me la fue deteriorando, deteriorando", dice Yolanda con un tono de voz suave y dubitativo aunque retoma: "Ver el deterioro de un hijo es algo demasiado fuerte". 

    Así estuvieron un tiempo, manejando los síntomas y tratando de controlar la enfermedad por un tiempo pero el cáncer de Betsaida hizo metástasis también en el cerebro y falleció.

    Yolanda y su lucha interna contra las emociones y el cáncer 

    Rodríguez relata que entró en una depresión absoluta luego de estas pérdidas: "Como les digo, éramos tres. Las tres chifladas". Yolanda tenía un peso de 53 kilos, pero comenta que antes de todo ese proceso su peso era de 72 kilos: "Me hundí en un hoyo bien profundo. Lloraba, no podía ver una foto de ella porque me derrumbaba".

    Yolanda y el cáncer 

    Con el tiempo, Yolanda también fue diagnosticada con cáncer de seno y comenta que haberse aferrado a sus creencias le dio fortaleza para superar la enfermedad: "El dolor era tan fuerte después de una quimio, que al otro día no lo sentía", afirma.

    Empezó su tratamiento en el Hospital Auxilio Mutuo, donde encontró un personal lleno de esperanzas y cariño, con quienes pudo entablar incluso una amistad: "Auxilio Mutuo tiene el mejor personal... Todos, cada uno de ellos me daban fuerza, me daban ánimo, nos reíamos, gozábamos. Yo con mis locuras, porque a pesar de todo mi carácter es alegre. Entonces siempre me estoy riendo por todo... siempre hay una payasada porque ese era el carácter de mi nena, de mami, y el mío", dice con orgullo. 

    Tres pasos claves en el cáncer: grupos de apoyo, cultivar la espiritualidad, y doctores empáticos

    "Todas esas personas me enriquecieron. Tuve un grupo de apoyo excelente y eso es bien importante para las personas que están solas . No se encierren, no cierren su pensamiento, vayan donde otra persona, consiga una amiga con la que usted se pueda desahogar. No tiene que ser necesariamente una psicóloga, puede ser una amiga que sea empática con usted... no es necesario que le diga nada, a veces solo necesitamos sacar eso de nuestro corazón", asegura.

    Por otro lado, en el proceso de tratar su cáncer, Yolanda también buscó estar en las manos de quienes atendieron a su hija, porque vio la manera en que se comprometieron: "Cuando mi doctora interna me iba a mandar con cirujano, yo le dije: no, no, no, no... mándame al doctor Echenique, ese fue quien trató a mi hija; porque yo vi como él la había tratado. De hecho, lo busqué, lo encontré y se lo dije; estaba contenta de cómo había tratado a mi hija".

    Incluso, aunque la enviaron a un oncólogo reconocido, ella de nuevo rechazó esta propuesta del especialista y entre risas afirma que buscó a la doctora Bruno, quien fuera la oncóloga de Betsaida.

    Sirviendo sanamos también 

    Cuando inició su proceso y estableció el equipo multidisciplinar que consideraba le serviría, Yolanda comenzó por dinamizar su actitud y esto le permitió superar este gran reto: "Cuando yo veía para hacerme la quimio y la radio, decía: 'Ay, qué bueno voy a ver a la doctora Bruno, voy a ver a Soraida'... Yo hice un montón de amistades. Entonces, en mi mente no pasaba eso de voy a hacerme un tratamiento, yo estaba gozando allá lo que iba a hacer con mis payasadas y mis tonterías", dice sonriendo.

    Finalmente y recordando su su experiencia con el grupo "Sirviendo sanamos", el cual surgió durante el proceso de quimioterapia y radioterapia de su hija, Rodríguez concluye un díficil pero valiente testimonio dejándonos una corta frase que invita a la reflexión: "Cuando uno ayuda a otro, uno se ayuda a uno mismo". 

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